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Retroalimentación, trabajo de campo y desigualdad en México

El trabajo de campo de 2020-2021 aborda la desigualdad en México en el nexo de nuestra pandemia mundial, el empeoramiento de las condiciones para las mujeres y la retroalimentación local. 

Contexto mundial y nacional; una mirada al interior…

La desigualdad mexicana persiste a pesar del aumento del gasto social. El Economista, 22 de septiembre de 2019.  Esto es particularmente cierto en el caso de las mujeres, especialmente las indígenas, que se enfrentan a lo que se conoce como machismo y la pandemia, Jorge Ramos, “En México, las mujeres rompen el silencio contra el feminicidio”, New York Times, 6 de marzo de 2020. De hecho, en todo el país, la amenaza cuádruple de ser i) pobre, ii) indígena, iii) mujer durante la iv) pandemia conduce a un aumento desproporcionado de los problemas de salud y a una disminución del acceso al agua, a la justicia y a la protección contra la violencia doméstica. “Mujeres indígenas en contexto Covid-19 ¿Cómo les impacta?”, UNESCO, 2020. Estas desigualdades son anteriores a la pandemia. En nuestra Región, las mujeres indígenas rurales tienen un promedio de tres años de educación y al menos el 30% son analfabetas, esto comparado con el promedio nacional femenino de 14,6 años y una tasa de analfabetismo del 6%. Instituto de Estadística de la UNESCO (2019), Centro de Datos.

El problema que abordamos

Servimos a las mujeres indígenas rurales y a sus comunidades en la Región para enfrentar esta desigualdad. Nuestro método se centra en el desarrollo de líderes, el compromiso individual y la comprensión y organización comunal. Un tema central del pensamiento de Paolo Freire sobre la Educación Popular es “quien enseña aprende, y quien aprende enseña”. PSYDEH está de acuerdo y va un paso más allá; quien “enseña” y “aprende” dirige acciones informadas, colectivas y sostenibles.

Lo que enfrentamos, lo que hacemos, refleja las “demandas locales” de principios de 2020 y las recientes visitas sobre el terreno después de seis meses de no poder viajar en nuestras zonas de trabajo. Entre la retroalimentación que escuchamos, las demandas en torno a las cuales organizamos el trabajo en curso, son

– En cuanto a las condiciones económicas, una líder otomí afirma que “hay poco dinero”. Otra mujer explica “[Hay]… muy poco trabajo, nadie quiere contratarnos”. Otro líder comparte que desde febrero de 2020, “… todo subió de precio, pero no hay trabajo para pagar lo que necesitamos comprar”.

– Sobre el costo y el acceso a Internet a través de sus teléfonos (no hay redes), una dirigente afirma: “Tengo que cobrar 200 pesos cada semana para que mi hija pueda estudiar (en una región en la que el salario mensual es de entre 1000 y 1680 pesos)”. Otra mujer afirma “… pongo unos 50 pesos a la semana para que mi hija pueda ver las clases virtuales”.

– En cuanto a los proyectos de microimpacto necesarios para lograr un impacto importante en las familias y las comunidades, una mujer exige “Un proyecto sostenible de alimentación y educación con Internet gratuito para las comunidades”. Otra explica que le gustaría ver un proyecto que “mejore la producción [y] … la comercialización de los bordados”. Y todavía cree que un proyecto centrado en la “cría de animales” sería útil.

¿Por qué las mujeres?

Las mujeres indígenas son mayoría en la región otomí-tepehuense de Hidalgo, nuestra actual área de trabajo objetivo. Son fundamentales para las familias, las comunidades y las tradiciones culturales. Sabemos que las mujeres lideran el progreso sostenido a través de su papel como protectoras de los derechos y la ley, defensoras de las políticas e impulsoras del desarrollo social y económico. Por lo tanto, nuestra labor tiene por objeto capacitar y organizar a las mujeres para que se conviertan en agentes de impacto a través de su propia red de organizaciones forjadas mediante una serie de foros regionales sin precedentes y trabajando de conformidad con su propio agenda de desarrollo sin precedentes.

¿Por qué ahora seguimos con la intervención que se describe a continuación?

Nuestra intervención es una extensión del modelo de programa multianual de PSYDEH explicado AQUÍ y basado en el ya mencionado “Escuchar”. Actuar. Aprende. Repite.” Ejercicios de campo con socios locales cuando preguntamos:

¿Cómo mantiene PSYDEH la participación de las mujeres indígenas en nuestro efectivo, pero lento programa basado en los derechos cuando no tienen los recursos para mantener la participación y el impacto, especialmente durante COVID-19?

En definitiva, potenciar la participación económica local y cooperativa es una respuesta, un antídoto oportuno contra la cultura paternalista y la falta de agencia femenina para resolver la desigualdad comunal durante y después de COVID-19.  

¿Cuáles son los objetivos de trabajo para los próximos 16 meses?

Empoderar a las mujeres indígenas para que lideren el desarrollo sostenible de sus propias comunidades, lo cual es especialmente importante durante la pandemia. Específicamente, produciremos seis mecanismos de trabajo diferentes en pos de estos tres objetivos:

1) PROPORCIONAR un contacto humano directo, coherente y personal y un apoyo profesional a las mujeres indígenas y a su red de organizaciones.

(2) DAR PODER a las mujeres indígenas asociadas para que sean las líderes y empresarias que son, consideradas por ellas mismas y por sus pares hombres y funcionarios del gobierno local como que tienen una voz importante y necesaria en el desarrollo económico de sus propias comunidades.

3) FORTALECER a las comunidades de mujeres indígenas frente a COVID-19, entre otras cosas mediante una serie de información fidedigna y un programa de talleres de capacitación sobre la utilización de los recursos locales para lograr la seguridad alimentaria.

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